El 9 de diciembre de 1824, Simón Bolívar entregó el mando
militar al general Antonio José de Sucre, a quien le correspondió dirigir la
última batalla de la Independencia de América: la Batalla de Ayacucho,
Sobre el triunfo de
Sucre en Ayacucho, el Libertador expresó:
“El general
Sucre es el padre de Ayacucho, el redentor de los hijos del Sol; es el que ha
roto las cadenas con que envolvió Pizarro el imperio de los Incas. La
posteridad representará a Sucre con un pie en Pichincha y el otro en el Potosí,
llevando en sus manos la cuna de Manco-Cápac y contemplando las cadenas del
Perú, rotas por su espada”.
Posteriormente, el 27
de diciembre de 1824, a los 29 años de edad el general Antonio José de Sucre
recibe del Libertador Simón Bolívar el grado de Mariscal, el más alto en el
Ejército Libertador.
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