La
invasión estadounidense a Panamá, bajo el nombre de Causa Justa,
fue realizada el 20 de diciembre de 1989. Representó
para la población, pérdidas humanas y materiales cuya magnitud
hoy se desconoce a pesar de los reclamos de la sociedad.
El pretexto de sacar del poder a
Manuel Antonio Noriega, y preservar la vida de los norteamericanos
en el país significó, según expertos, un ensayo de Estados Unidos para
el modelo de guerra total, sin importar el alcance del experimento.
La administración del entonces presidente George H. W. Bush desplegó para
la agresión unos 26 mil efectivos de unidades elite, entre
ellas la 82 División Aerotransportada.
Otros 12 mil hombres se
encontraban dispersos en la extensa red de bases que disponía Washington en
territorio panameño, a fin de enfrentar a las Fuerzas de Defensa y los
Batallones de la Dignidad panameños.
Como
complemento, Panamá sirvió de laboratorio para el empleo
de armamentos sofisticados del tipo del bombardero “invisible” Stealth F-117,
helicópteros del tipo Blackhawk, Apache y Cobra, además de misiles, cañones de
fuego rápido y blindados.
Una evaluación realizada, luego de los
acontecimientos de diciembre de 1989, situó en unas 300 las víctimas
fatales. Sin embargo, entidades sociales panameñas
aseguran que fueron más de 4.000.
El
popular barrio de El Chorrillo fue prácticamente destruido por los ataques
estadounidenses, con un estimado de cuatro mil viviendas dañadas.
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