El 8 de diciembre de 1991, los líderes de Rusia, Ucrania y
Bielorrusia, Boris Yeltsin, Leonid Kravchuk y Stanislav Shushkevich,
respectivamente, se encontraron cerca de
Brest-Litovsk y acordaron la denominada Declaración de Belovezhskaya Pusha.
En la declaración, las tres
repúblicas acordaron abandonar la
URSS y formar la llamada Confederación de Estados
Independientes (CEI), dando fin a la Guerra
Fría.
Anuncian que la nueva confederación estará abierta a todas
las repúblicas de la URSS,
así como a todas aquellas que compartan los mismos objetivos.
En agosto de 1991, Estonia,
Letonia, Lituania y Moldavia ya habían optado por proclamarse independientes.
El 21 de diciembre, en un
encuentro celebrado Almá Atá, Kazajistán, las ocho repúblicas restantes de la URSS (Armenia, Azerbaiyán,
Georgia, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán)
siguieron el ejemplo de Rusia, Ucrania y Bielorrusia.
A
finales de los años 1980, las repúblicas que componían la Unión Soviética habían
comenzado legalmente un movimiento hacia una declaración de soberanía de sus
territorios, citando el Artículo 72 de la Constitución de la URSS, que indicaba que
cualquier república componente era libre de separarse.
El período de la incertidumbre
legal continuó a través de 1991 cuando las repúblicas componentes llegaron a
ser lentamente independientes en la práctica.
Ese
año, Gorvachov recibió un golpe de Estado, por lo que su popularidad se
debilitó grandemente.
El 25 de diciembre de 1991,
Gorbachov se rindió y renunció como presidente de la URSS, declarando a la URSS disuelta. Transfirió los
poderes, que pasaron desde entonces, a Boris Yeltsin, el presidente de Rusia.
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